Existen muchos factores a tener en cuenta al levantar un inmueble sostenible. Uno de ellos es el terreno, ya que es fundamental encontrar uno con las características ideales para este propósito.

El sector inmobiliario es responsable del 30 % de las emisiones de gases de efecto invernadero que se generan en el planeta. Por ello, dentro del sector se están explorando alternativas en la construcción y el mantenimiento para reducir la huella ecológica y adaptarse a las futuras normativas de la Unión Europea.

La construcción sostenible busca minimizar el impacto ambiental de los edificios y mejorar la salud y el bienestar de sus ocupantes. Parte de este esfuerzo se puede realizar con nuevos materiales y eficiencia energética, pero el mantenimiento y la conservación del edificio dependerán en gran medida del terreno en el que se asiente.
 

Al elegir un terreno para un proyecto de construcción sostenible, es importante considerar una serie de factores que pueden afectar el rendimiento ambiental y la eficiencia energética del edificio:

• Ubicación: la ubicación del terreno es un factor clave. Un terreno situado cerca de transporte público, tiendas y servicios puede reducir la necesidad de usar automóviles, disminuyendo así las emisiones de gases de efecto invernadero. También es imprescindible asegurarse de que el terreno esté alejado de posibles episodios meteorológicos extremos.
• Clima: el clima del terreno influye en la eficiencia del edificio. Un terreno ubicado en una zona cálida y soleada puede ser ideal para aprovechar la energía solar pasiva.
• Agua: la disponibilidad de agua en el terreno es esencial. Un terreno con acceso a agua subterránea puede ser ideal para implementar sistemas de recolección de agua de lluvia.
• Análisis del suelo: un estudio geotécnico es fundamental para conocer las características del suelo (resistencia, estabilidad, presencia de agua, etc.) y determinar el tipo de cimentación más adecuado.
• Vegetación: la vegetación existente en el terreno puede proporcionar sombra y aislamiento, reduciendo la necesidad de utilizar sistemas de aire acondicionado.
• Orientación: la orientación del terreno influye en el consumo energético. Un terreno orientado hacia el sur recibirá más luz solar en invierno, lo que reducirá la necesidad de calefacción.

Para optimizar el uso del terreno y minimizar el impacto ambiental, es recomendable trabajar desde el principio teniendo en cuenta estos factores: 

• Con un diseño bioclimático, se pueden aprovechar los recursos naturales del entorno, como la luz solar, el viento y la vegetación.
• Uno de los elementos más importantes es la orientación del edificio, que debe maximizar la captación de energía solar en invierno y minimizarla en verano. También es recomendable favorecer la ventilación cruzada para mejorar la circulación del aire fresco y reducir la necesidad de sistemas de climatización artificial.
• El uso de materiales aislantes de alta calidad en paredes, techos y pisos, ayuda a disminuir las pérdidas de calor en invierno y la ganancia de calor en verano. Una excelente opción es incorporar elementos constructivos con alta masa térmica, como muros de piedra o ladrillo, que almacenan el calor durante el día y lo liberan por la noche, regulando así la temperatura interior.
• Además, incluir árboles, arbustos y jardines puede proporcionar sombra, refrescar el ambiente, mejorar la calidad del aire y crear un entorno más agradable y sostenible.