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Los edificios sostenibles son cada vez más atractivos, tanto para compradores e inquilinos como para inversores y empresas. Sin embargo, no todo es igual de sostenible ni todo lo que se declara como tal realmente lo es. Para poder diferenciar correctamente existe la taxonomía, que también se aplica al sector inmobiliario.

Los edificios sostenibles ganan cada vez más relevancia en el mercado inmobiliario. Para los inversores, un edificio verde supone un menor consumo energético y una reducción de costes a largo plazo, a pesar de que la inversión inicial pueda ser más alta. Además, los inmuebles con mayor eficiencia energética tienden a tener una mayor valoración en el mercado.

Para los inquilinos y compradores, vivir en un edificio sostenible también es cada vez más atractivo, convirtiéndose en uno de los factores clave al buscar una vivienda o un local. En resumen, un inmueble sostenible ofrece un valor añadido en el mercado, al tiempo que reduce emisiones, mejora la eficiencia energética y permite un ahorro en costes a largo plazo.

Una de las principales herramientas para identificar qué productos y actividades pueden considerarse sostenibles es la taxonomía, que clasifica y jerarquiza las prácticas sostenibles. 

En España, está vigente la Taxonomía de la Unión Europea (UE), una regulación de la Comisión Europea que busca consolidar criterios técnicos comunes y transparentes para determinar qué actividades económicas son sostenibles y contribuyen a las metas europeas. Esto incrementa la transparencia y la confianza de los inversores en el mercado.

Para que un edificio sea considerado sostenible, debe contribuir, como mínimo, a uno de estos seis objetivos medioambientales:  

  1. Mitigación del cambio climático.
  2. Adaptación al cambio climático.
  3. Uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos.
  4. Transición hacia una economía circular.
  5. Prevención y control de la contaminación.
  6. Protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas.

Además, no debe causar un daño significativo a ninguno de los otros cinco objetivos y debe cumplir con unos estándares éticos y laborales mínimos.

Para certificar la sostenibilidad de un inmueble, existen organismos independientes que otorgan sellos de sostenibilidad. Uno de los más reconocidos es el británico BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology). El sello BREEAM evalúa los impactos medioambientales en diversas categorías y abarca desde el urbanismo hasta la edificación nueva y existente. Hay cinco niveles de certificación, basados en un sistema de puntos.

Otro sello de gran relevancia en el mercado es LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), otorgado por el US Green Building Council. LEED tiene una mayor presencia a nivel internacional.

Aunque ambos sistemas evalúan la sostenibilidad, BREEAM tiene un enfoque más amplio, incluyendo elementos de gestión de edificios, mientras que LEED se centra más en la eficiencia energética y los materiales.

Además de estos dos grandes sellos que dominan el mercado, otros como el sello WELL, otorgado por el International Well Building Institute, o Passive House, que se enfoca en la eficiencia energética de los edificios, están ganando terreno en el mercado internacional.

La tendencia hacia edificios sostenibles continúa ganando impulso en el sector inmobiliario, impulsada por la creciente conciencia sobre el cambio climático y la necesidad de reducir el impacto ambiental. Los inmuebles sostenibles no solo ofrecen beneficios a largo plazo, como la eficiencia energética y el ahorro en costes, sino que también incrementan su valor de mercado y resultan más atractivos tanto para inversores como para inquilinos y compradores.

Inmuebles sostenibles: así aplica la taxonomía 

Tendencias12 de noviembre de 2024

Los edificios sostenibles son cada vez más atractivos, tanto para compradores e inquilinos como para inversores y empresas. Sin embargo, no todo es igual de sostenible ni todo lo que se declara como tal realmente lo es. Para poder diferenciar correctamente existe la taxonomía, que también se aplica al sector inmobiliario.

Los edificios sostenibles ganan cada vez más relevancia en el mercado inmobiliario. Para los inversores, un edificio verde supone un menor consumo energético y una reducción de costes a largo plazo, a pesar de que la inversión inicial pueda ser más alta. Además, los inmuebles con mayor eficiencia energética tienden a tener una mayor valoración en el mercado.

Para los inquilinos y compradores, vivir en un edificio sostenible también es cada vez más atractivo, convirtiéndose en uno de los factores clave al buscar una vivienda o un local. En resumen, un inmueble sostenible ofrece un valor añadido en el mercado, al tiempo que reduce emisiones, mejora la eficiencia energética y permite un ahorro en costes a largo plazo.

Taxonomía de sostenibilidad

Una de las principales herramientas para identificar qué productos y actividades pueden considerarse sostenibles es la taxonomía, que clasifica y jerarquiza las prácticas sostenibles. 

En España, está vigente la Taxonomía de la Unión Europea (UE), una regulación de la Comisión Europea que busca consolidar criterios técnicos comunes y transparentes para determinar qué actividades económicas son sostenibles y contribuyen a las metas europeas. Esto incrementa la transparencia y la confianza de los inversores en el mercado.

Para que un edificio sea considerado sostenible, debe contribuir, como mínimo, a uno de estos seis objetivos medioambientales:  

  1. Mitigación del cambio climático.
  2. Adaptación al cambio climático.
  3. Uso sostenible y protección de los recursos hídricos y marinos.
  4. Transición hacia una economía circular.
  5. Prevención y control de la contaminación.
  6. Protección y restauración de la biodiversidad y los ecosistemas.

Además, no debe causar un daño significativo a ninguno de los otros cinco objetivos y debe cumplir con unos estándares éticos y laborales mínimos.

Certificación energética

Para certificar la sostenibilidad de un inmueble, existen organismos independientes que otorgan sellos de sostenibilidad. Uno de los más reconocidos es el británico BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology). El sello BREEAM evalúa los impactos medioambientales en diversas categorías y abarca desde el urbanismo hasta la edificación nueva y existente. Hay cinco niveles de certificación, basados en un sistema de puntos.

Otro sello de gran relevancia en el mercado es LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), otorgado por el US Green Building Council. LEED tiene una mayor presencia a nivel internacional.

Aunque ambos sistemas evalúan la sostenibilidad, BREEAM tiene un enfoque más amplio, incluyendo elementos de gestión de edificios, mientras que LEED se centra más en la eficiencia energética y los materiales.

Además de estos dos grandes sellos que dominan el mercado, otros como el sello WELL, otorgado por el International Well Building Institute, o Passive House, que se enfoca en la eficiencia energética de los edificios, están ganando terreno en el mercado internacional.

Tendencia sostenible de los edificios

La tendencia hacia edificios sostenibles continúa ganando impulso en el sector inmobiliario, impulsada por la creciente conciencia sobre el cambio climático y la necesidad de reducir el impacto ambiental. Los inmuebles sostenibles no solo ofrecen beneficios a largo plazo, como la eficiencia energética y el ahorro en costes, sino que también incrementan su valor de mercado y resultan más atractivos tanto para inversores como para inquilinos y compradores.

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